soles en una década a las grandes empresas agroexportadoras. La otra cara de esta política es el abandono sistemático de la agricultura familiar, responsable de abastecer la mayor parte de los alimentos que consumimos (7 de cada 10 kilos). La evidencia está en los exiguos presupuestos asignados a AgroRural y a las Direcciones Regionales de Agricultura, así como en la inexistencia de un programa nacional de producción agroecológica que promueva la producción y comercialización de alimentos saludables, libres de agroquímicos. En este contexto, urge implementar políticas públicas agrarias y ambientales transformadoras, que partan de las realidades territoriales concretas, que prioricen el financiamiento a la agricultura familiar (que representa al 97 % de los productores) en infraestructura, innovación y asistencia técnica en producción agroecológica y mercados saludables de cadena corta. Solo así se podrá enfrentar y revertir la pobreza rural, la inseguridad alimentaria y la descapitalización del campo, conservando al mismo tiempo la tierra, el agua, los bosques y la biodiversidad, frente a los impactos del cambio climático y del extractivismo. La esperanza está en los territorios regionales y locales Ante la inacción del gobierno central y las alianzas conservadoras entre grupos de poder político y económico, los territorios subnacionales —regiones, municipios y comunidades— emergen como espacios vitales de transformación. En ellos se desarrollan iniciativas y políticas locales de innovación y sostenibilidad: economía circular y solidaria, gestión territorial, producción familiar agroecológica, emprendimientos y mercados saludables, zonas de agrobiodiversidad, turismo sostenible, cultura viva, gastronomía local y redes de solidaridad, frente a proyectos extractivos que destruyen cuencas, bosques, ríos, biodiversidad y esperanzas de comunidades emprendedoras. La esperanza en procesos de transformación reside en estos territorios vivos, donde el cuidado de la Casa Común no es solo un discurso, sino una práctica cotidiana de defensa de la vida. Promover el diálogo horizontal y transparente —a nivel local, nacional y global— fortalece la descentralización con equidad y teje alianzas entre actores públicos, privados y de la sociedad civil como estrategia clave para construir un futuro justo y sostenible. Los seres humanos no queremos componendas, guerras ni conflictos guiados por intereses mezquinos. En cualquier parte del mundo, anhelamos vivir con dignidad, justicia, libertad y en armonía con la tierra y la naturaleza. 07
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