En el corazón del sur andino peruano, las comunidades campesinas de Apurímac están cultivando más que alimentos: están sembrando esperanza, justicia y sostenibilidad. La agroecología ha dejado de ser una alternativa marginal para convertirse en una forma integral de vivir en armonía con la tierra, guiada por el principio ancestral del Allin Kawsay, el Buen Vivir. Lejos del modelo agrícola convencional, que prioriza la productividad a cualquier costo, la agroecología en Apurímac emerge como una respuesta sabia y ancestral. Sabiduría ancestral y acción colectiva para reimaginar el desarrollo desde los Andes Es ciencia, es movimiento social y, sobre todo, es práctica cotidiana de quienes aman y cuidan su territorio. Las familias campesinas no solo siembran papas nativas, maíces u hortalizas; cultivan relaciones profundas con la Pachamama, protegiendo bosques, lagunas, praderas y humedales, verdaderos ecosistemas que alimentan los ríos, regulan el clima y sostienen la vida. En medio de la adversidad del cambio climático, la inseguridad alimentaria y la presión del mercado global, estas comunidades han optado por resistir con creatividad, sabiduría y organiza15
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